Medidas naturales de retención de agua o «medidas esponja»: trabajar con la naturaleza para gestionar mejor el agua

En un contexto de cambio climático, la gestión del agua es un reto fundamental. Por un lado, los episodios de sequía son cada vez más frecuentes e intensos, lo que perjudica los entornos naturales y los usos domésticos, industriales y agrícolas, así como la calidad de vida. Por otro lado, se multiplican los episodios de lluvias extremas, que provocan inundaciones y degradación del suelo, destrucción de infraestructuras y ponen en peligro bienes y personas.

Ante estos retos, las soluciones técnicas tradicionales han demostrado sus limitaciones. De hecho, el enfoque consistente en canalizar, drenar o verter rápidamente el agua en los cursos fluviales para protegerse de los excesos ha contribuido a agravar los desequilibrios hidrológicos, al impedir que el agua sustente los ecosistemas o se filtre y recargue los acuíferos.

En este contexto, las medidas naturales de retención de agua (MNRA) o «medidas esponja» se imponen como una alternativa o un complemento pertinente a las infraestructuras grises clásicas. Estas medidas consisten en restaurar o reforzar los procesos naturales del ciclo del agua, basándose en las funciones del suelo, la vegetación, los cursos de agua y los humedales. Se trata de devolver a la naturaleza su lugar para que vuelva a desempeñar su función de regulador hidráulico.=

En concreto, las MNRE tienen por objeto retener el agua allí donde cae, favoreciendo su infiltración en el suelo y su utilización por las plantas, ralentizar su escorrentía y almacenarla temporalmente en el paisaje, para mejorar en última instancia la resiliencia global de los territorios.

Las soluciones son múltiples y varían según el contexto rural, urbano o natural, aunque muchas de ellas, como la desimpermeabilización o el uso de vegetación, pueden aplicarse en cualquier lugar.

En el medio agrícola, por ejemplo, se pueden aplicar prácticas como la agrosilvicultura, el mantenimiento o la plantación de setos, la introducción de franjas de hierba o el uso de técnicas de cultivo conservadoras. Todas estas acciones contribuyen a mejorar la estructura del suelo, limitar la erosión y aumentar la capacidad de retención de agua de las parcelas.

En los humedales y entornos fluviales, las MNRE pueden consistir en restaurar turberas, reconectar zonas de expansión de crecidas o renaturalizar tramos de ríos que habían sido desviados o canalizados. Estas intervenciones no solo permiten reducir las crecidas aguas abajo, sino también reconstituir hábitats naturales ricos en biodiversidad.

En las ciudades, los principios son similares, pero adaptados al contexto urbano: cubiertas vegetales, vaguadas ajardinadas, jardines o árboles de lluvia y, en general, la desimpermeabilización de las superficies. Así, el objetivo es evitar la escorrentía inmediata del agua hacia las alcantarillas o los ríos y favorecer su absorción o su uso por la vegetación en el lugar donde cae.

Desde el punto de vista hidrológico, las ventajas de estas medidas son numerosas: contribuyen a reducir los picos de crecida, a disminuir la erosión, a recargar los acuíferos y a mantener los caudales mínimos.

Pero, más allá de la mera gestión del agua, ofrecen importantes beneficios adicionales: mejora de la calidad del agua mediante la filtración natural, creación de hábitats para la fauna y la flora, o incluso mejora del entorno de vida.

El proyecto SpongeWorks (2024-2028), financiado por el programa Horizonte Europa, es un ejemplo ilustrativo de la aplicación a gran escala de medidas naturales de retención de agua.

El objetivo de SpongeWorks es reforzar la capacidad de los suelos, las aguas superficiales y las capas freáticas para retener y liberar agua de forma gradual, como una esponja, con el fin de aumentar la resiliencia frente a las inundaciones y las sequías.

Este proyecto prevé demostraciones en tres cuencas europeas: la Lèze en Francia, el Peneas en Grecia y el Vecht entre los Países Bajos y Alemania.

La Oficina Internacional del Agua, junto con el Sindicato Mixto Interdepartamental del Valle del Lèze (SMIVAL), dirige las acciones en la cuenca del Lèze. Se trata de poner en marcha un gran número de «medidas esponja» y de supervisar los efectos sobre la calidad del suelo y del agua.

La OiEau también se encarga de gestionar una plataforma de conocimientos sobre las medidas y los paisajes esponja, con el fin de compartir experiencias, capitalizar metodologías, modelizar los impactos de las medidas y facilitar la transición a escala europea.

Por otra parte, la OiEau organiza talleres de concertación (con agricultores, colectividades locales y científicos) con el fin de garantizar la apropiación social de las medidas, sensibilizar y asegurar el seguimiento, en particular, de la calidad de los suelos y del agua.

El objetivo final del proyecto es poner a prueba unas 19 medidas de absorción en 4000 hectáreas de tierra y 47 km de cursos de agua, lo que da una idea de la magnitud de la iniciativa.

Las perspectivas para las MNRE son prometedoras. Cada vez más actores del sector del agua reconocen su utilidad, especialmente en el marco de las políticas de adaptación al cambio climático. Se están desarrollando financiaciones específicas, como las de la Política Agrícola Común o el Pacto Verde Europeo. La investigación científica también se interesa cada vez más por estos dispositivos, con el fin de cuantificar mejor sus efectos, sus límites y su rendimiento a largo plazo.

Pero siguen existiendo retos. La aceptabilidad social y económica no siempre está garantizada, especialmente cuando se trata de modificar prácticas establecidas o intervenir en terrenos privados. Los efectos de las MNRE también pueden ser difíciles de medir a corto plazo y pueden variar con el tiempo, lo que a veces complica su valoración. Por último, su aplicación suele requerir la coordinación entre múltiples actores, a escala de cuencas hidrográficas, lo que exige herramientas de gobernanza adecuadas.

Las medidas naturales de retención de agua constituyen un enfoque inteligente, sistémico y resiliente de la gestión del agua. En lugar de luchar contra los elementos, nos invitan a convivir con ellos, devolviendo a la naturaleza la posibilidad de desempeñar su función reguladora.